Bella, ordenada, llena de detalles y divertida … así es esta ciudad capital de Alsacia ubicada a solo una hora de viaje desde Mulhouse. Un escenario perfecto para cualquier cuento de navidad... ¡Por eso es tan fácil soñar un día en Estrasburgo!
Al llegar buscamos un parking y comenzamos a recorrer sus calles, bulevares y tiendas. Comimos en el restaurant Europ´Cafe, que como dato curioso sirve comida a toda hora desde las 9.00 am hasta las 23.00, ¡cosa difícil de encontrar en este lado de Europa!
Merendamos unos macarrones deliciosos en Manolya, un local ubicado frente a las oficinas de One Tour Day donde teníamos reservado un recorrido turístico por la ciudad pero en segway! Lo genial, es que fue al final de la tarde, por lo que comenzamos de día y al poco rato anocheció, y pudimos disfrutar de todo el juego de luces que la ciudad ofrece a sus visitantes.
Al principio parecía un poco complicado, pero a los pocos minutos ya estábamos paseando como todos unos expertos, deslizándonos sobre las ruedas de nuestros segways…
Comenzamos el recorrido por la Petit France, una pequeña isla ubicada al suroeste que originalmente era un barrio de pescadores, desde donde pudimos apreciar la maravilla de la ingeniería de los Puentes Cubiertos (Ponts Couverts) y justo detrás la Gran Exclusa (Barrage Vauban) construida en 1690 y que permitía inundar la zona para hacer más complicados los ataques a la ciudad. La Petit France debe su nombre al hospital que se construyó en ella en el siglo XVI y donde se recluía a los enfermos de sífilis para que la enfermedad no se continuara propagando entre la población.
Pasamos por la Plaza Gutenberg, donde podemos apreciar una estatua construida en honor al inventor de la imprenta, que aunque no era de Mulhouse sino de Maguncia (Alemania), fue en esta ciudad donde desarrolló su invento.
De allí bajamos al Puente del Cuervo (Pont du Corbeau), llamado así porque desde él lanzaban al río a los condenados a muerte. Una vez ahogados los sacaban, y los cuervos terminaban de hacer el trabajo...
Esta catedral es un réplica exacta de la Catedral de Notre-Dame de París, salvo por este detalle: le falta una de las torres, la cual decidieron no construir porque los cimientos no aguantarían el peso y es muy probable que se hundiera. Esta catedral gótica se comenzó a construir en 1015 y no se finalizó hasta 1439. Como todas las grandes catedrales, en su interior guarda invaluables obras de arte, un reloj astronómico y un mirador en la azotea con vistas espectaculares.
Continuamos nuestro recorrido por calles llenas de gente, iluminadas por luces de navidad y aromas de vino caliente hasta llegar a la plaza Kléber. Esta plaza es inmensa y debe su nombre al general Jean Baptiste Kléber, quien fue asesinado en 1800 en Egipto y sus restos fueron repatriados y actualmente descansa debajo de su estatua en la plaza. En un de los laterales de la plaza se encuentra el edificio Aubette, antiguo centro de actividades de los alemanes que albergaba el cuerpo de guardias durante la 2º Guerra Mundial, pero que hoy en día alberga un centro comercial con tiendas como Apple o Zara.
A punto de terminar nuestro recorrido, pasamos por la Plaza del Hombre de Hierro, llamada así por la réplica de la armadura de hierro ubicada en uno de sus laterales y que data del año 1500. Según la leyenda que nos contó nuestro guía, fue encontrada durante las excavaciones, aunque no he podido encontrar aún ninguna referencia a ello.
Finalmente llegamos la punto de partida, con la sensación contradictoria de haber recorrido miles de año de historia sobre un artefacto de lo más moderno. En dos palabras, y para resumir nuestro día en esta ciudad, ¡Estrasburgo Enamora!
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